
Dos hermanitos – cuyas identidades no podemos revelar- son adoptados por un matrimonio. Todo parece ir bien, pero al pasar poco menos de dos años uno de ellos muere a causa de una golpiza propinada por la madre.



Tras su muerte, la doctora informa la presencia de lesiones asociadas a violencia o maltrato infantil con heridas de data antigua.
*LAS IMÁGENES DE LAS ANIMACIONES FUERON CREADAS CON IA.
OMITIMOS LOS NOMBRES REALES, LAS FECHAS, LAS CIUDADES DONDE TODO OCURRE Y CAMBIAMOS ALGUNOS DATOS PARA EVITAR LA IDENTIFICACIÓN Y PROTEGER A LA SOBREVIVIENTE.
Hoy la madre adoptiva del niño, que no podemos nombrar, está condenada por parricidio a 14 años de cárcel. La descripción es dura pero necesaria para comprender los peligros que podría enfrentar un menor de edad si sus nuevos padres no son seleccionados con rigor. Durante el proceso judicial por parricidio la mujer confiesa haber dado múltiples golpes al niño, lo que finalmente le provoca un edema pulmonar traumático que detona su muerte. La investigación del caso- a la cual Informe Especial accede- revela antecedentes contundentes: informes psiquiátricos y psicológicos que advierten que ella presenta trastornos que están expresamente señalados como “contraindicaciones” para ser padres adoptivos en una normativa del Servicio para la Protección a la Niñez y Adolescencia (entonces Sename).
¿Cómo logra convertirse en la nueva mamá de un niño y una niña vulnerables?
Retrocedamos un poco en esta historia para entender el alcance de estos diagnósticos.
La idoneidad mental
Para adoptar a un niño, niña o adolescentes se requiere pasar por un proceso en el que se acredita o no la idoneidad parental “desde el punto de vista social, económico, moral, y de su salud física, psicológica y mental”, según la “Normativa Técnica del subprograma de evaluación de solicitantes y su preparación como familia adoptiva”.
Un ámbito crucial es la idoneidad en salud mental de los postulantes que se analiza en la mayoría de los casos con evaluación psicológica. Ahí, deben “constatar que realmente los postulantes no padezcan patologías psiquiátricas de gravedad, que pudieran poner en riesgo la integridad física y/o psicológica de un niño/a”.
El documento también establece las enfermedades consideradas contraindicaciones de la idoneidad mental:
- Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
 - Trastornos de la personalidad grave (como el esquizoide, límite, antisocial y narcisista) u otros que pudieran perturbar la capacidad para establecer una relación vincular saludable con un niño/a.
 - Abuso y/o dependencia de sustancias adictivas en la actualidad: alcoholismo y/o drogadicción. De tener antecedentes de un consumo abusivo en el pasado, se deberá requerir un Informe de Psiquiatra, que dé cuenta que la situación está superada y no existen riesgos de recaída inminente.
 - Discapacidad Intelectual.
 - De conocerse previamente o de detectarse durante la evaluación psicológica otras patologías, tales como trastornos bipolares u otros trastornos del estado de ánimo o trastornos de ansiedad reiterados que comprometan el funcionamiento cotidiano, deben ser analizados en profundidad, determinando los posibles riesgos que implica en términos del ejercicio de la parentalidad en el presente y/o a futuro.
 
Ese es justamente el proceso que hace unos años enfrenta la madre adoptiva del niño fallecido. No tenemos antecedentes de cómo, ni quiénes hacen esas evaluaciones, tampoco si arrojan algo riesgoso. Solo sabemos que se trata de una dupla de profesionales externos al Servicio de Protección. Sin embargo, años después, durante la investigación judicial por parricidio figuran tres expertos en salud mental que relacionan a la condenada con un trastorno que coincide con las patologías descritas como contraindicaciones en la normativa. Sólo omitimos ese diagnóstico para evitar cualquier información que lleve a identificar a la hermana sobreviviente.
¿Cómo es posible que un indicador que puede ser determinante en la declaración de idoneidad no haya sido pesquisado en las evaluaciones? Y si lo detectan, ¿por qué siguen en el proceso? ¿Se hacen los exámenes correctamente a esta postulante? ¿Se ignoran los riesgos?
Sin conocer los detalles de este caso, el psicólogo experto en adopciones Leonardo Gálvez sostiene que si la mujer “fue evaluada con el formato antiguo, donde eran evaluadores externos acreditados por Sename, lo que habría aplicado ahí es que falló la evaluación, por ejemplo, no pesquisó los indicadores psiquiátricos”.
En efecto, en el caso de adopciones gestionada por el Servicio, las evaluaciones de idoneidad las pueden hacer personal externo acreditado por la misma institución o funcionarios de las Unidades Operativas. En los organismos colaboradores las pruebas las realizan ellos mismos.
El Director del Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia, Claudio Castillo, indica que en este caso “no quisiera tratar de vincularlo con que hubo una evaluación que no fue realizada por el Servicio, sino que quiero decir que en el proceso de evaluación no se pesquisó tal vez de manera pertinente u oportuna, de manera detallada, algún tipo de riesgo.
— Una de las medidas que tomó el Servicio fue suspender evaluaciones del equipo que había hecho esa evaluación de idoneidad de manera inmediata para evitar cualquier suspicacia respecto del proceso. Lamentablemente yo tengo que decir que no necesariamente todos los trastornos de salud mental son tan fáciles de identificar inmediatamente, por lo tanto eso requiere entrenamiento y requiere un instrumento validado. Por eso el Servicio tiene un instrumento que se desarrolló específicamente para el país y además lo validó la Universidad Católica — dice la autoridad a Informe Especial.
El Director se refiere al EFI, Modelo de Evaluación Formativa para la Parentalidad Adoptiva, implementado en primera instancia en cuatro regiones en 2019. Hoy este formulario se aplica en todo el país. Aún así, ni los evaluadores externos, ni los organismo colaboradores tienen la obligación de usar este modelo, y de hecho no lo hacen.
La Defensoría de la Niñez fue contactada para esta serie de reportajes. Sin embargo, desde el organismo no accedieron a dar entrevista debido a que tienen “prohibición legal de intervención” en procesos de adopción.
¿Falta especialización?
Para el psicólogo experto en adopción el problema no es la herramienta que se ocupe para la evaluación, sino que “indistinto del modelo, lo que falta -y como indicador de riesgo- es la capacidad del evaluador de pesquisar indicadores patológicos, eso es esencial”.
— El instrumento te puede decir haga ABC, pero si el evaluador no tiene las competencias para… puede fallar.
La jueza del Segundo Juzgado de Familia de Santiago Mónica Jeldres explica a Informe Especial que los tribunales de familia verifican en general que se cumplan los requisitos que la ley manda, pero tanto el Servicio como los organismos acreditados ante el mismo Servicio son quienes “están mandatados “para determinar la idoneidad de las personas o los matrimonios que quieran adoptar. Son ellos quienes garantizan al tribunal que desde un punto de vista físico, mental, moral, ese matrimonio que se propone o esa persona que se propone cumple con las condiciones para poder adoptar. Es el consejero técnico el que hace un zoom a este documento y revisa el cumplimiento de los requisitos, la metodología utilizada- señala la Jueza.
En ese contexto el psicólogo forense y consejero técnico del mismo juzgado Luis Cárcamo detalla las falencias que tienen algunos informes recibidos en los tribunales:
-Hay un fuerte énfasis en general en los informes que recibimos en términos metodológicos en pruebas proyectivas, que desde el punto de vista forense tienen ciertas debilidades, porque son pruebas que no tienen escalas de validez robustas. (…) Ese tipo de pruebas, depende mucho de la subjetividad también propia del evaluador, a diferencia de otro tipo de pruebas, como por ejemplo el MMPI (Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota), que es un inventario de personalidad que tiene muchas preguntas, que tiene escalas de validez en las que se puede evaluar la consistencia o la inconsistencia (de las respuestas)- enfatiza.
Según Cárcamo, otro de los problemas que presentan estos documentos es que tienen foco en la descripción que el propio evaluado hace de su historia de vida. “Es súper importante en realidad, porque la historia nos va a hablar también de la eventual conducta futura de la persona, pero quizás falta la parte más de integración, donde voy a tomar esta historia y la voy a contrastar con el resultado de las pruebas”.
Asimismo, el experto también revela que “la evaluación psicológica no es 100% infalible, puede haber lo que se llama, un falso positivo” y por eso es tan importante que se cumplan rigurosamente todas las etapas del proceso.
-Pudiera pasar que se diera el caso de que hay un informe favorable y que el tribunal, a propósito de que chequea primero los requisitos, analiza los informes, ve que son favorables y da lugar a una adopción; pero debiera posteriormente haber un proceso de seguimiento post adopción, que en el fondo si es que hay alguna alerta, debiera arrojar ahí y debiera en ese caso darse cuenta inmediatamente al tribunal”.
Respecto del caso de parricidio que narra este reportaje el psicólogo experto señala que “pudiera ser una persona que tuviera más rasgos psicopáticos, tuviera un encanto superficial, pudiera de alguna manera pasar algunas pruebas psicológicas, si es que tiene la habilidad para eso, si es que nos tocamos con un evaluador que no sea muy experto; pero si es que hay una triangulación de información, por ejemplo, no solamente lo que la persona dice”.
Desde el Servicio aseguran que la apuesta actual es capacitar a los equipos que aplican el EFI, los cuales ya están en 12 regiones.
— No es que las universidades entreguen esa especialización, la tenemos que entregar nosotros como Servicio y por eso este equipo nuevo que fue seleccionado a través de concurso público para todas las nuevas unidades de familia tienen esta formación, primero teórica, luego tienen una formación en aula y además tienen una formación práctica creemos que es lo que también nos puede ayudar en términos de tener equipo mejor formado capacitado y altamente competente.

Además, la ficha del Cesfam registra atenciones psicológicas y psiquiátricas del niño por diversos problemas.
El cuarto informe
Accedimos a un cuarto informe pericial psiquiátrico de la condenada por parricidio. Allí se advierte sobre síntomas psicológicos crónicos sin tratamiento, rasgos de personalidad al descontrol de impulsos, historia de violencia intrafamiliar desde su infancia y normalización de VIF.
El documento también expresa que en el caso hubo “aparentes fallos de las instituciones que intervinieron en el proceso de adopción” y luego en el seguimiento de la familia. Indica que la atención en salud primaria tanto para los niños, como para la madre adoptiva no fue capaz de identificar situaciones de violencia intrafamiliar. Basados en su testimonio los especialistas obtienen más antecedentes del proceso adoptivo y del seguimiento post adopción.
“La imputada refiere que no se le informó las características del niño mayor, ni dio un tratamiento psicológico o psiquiátrico y no proporcionó una inducción, ni seguimiento adecuado para manejo conductual. Esta confluencia de hechos dejaría a cualquier familia sin las herramientas necesarias para afrontar las dificultades emocionales y conductuales de los menores, y en mayor medida si existirá una disfunción matrimonial”, agrega el informe.
Lejos de justificar su actuar, el análisis entrega una opinión profesional respecto de cómo la falta de acompañamiento institucional profundo antes y después de la adopción colabora en esta tragedia con un desenlace tan amargo como brutal.
En esa línea, María Eliana Reyes de Fundación Apoyo Adopción advierte que la preparación de los padres es superficial.
— Una vez declarada la idoneidad, entonces vienen uno o dos talleres pre-adoptivos, que a nuestro juicio como fundación no son suficientes como para entender la magnitud o el trabajo que vas a tener que realizar después como mamá o papá. En ese tiempo podrían haber miles de opciones formativas. Imagínate en un año cuántas capacitaciones, cursos, charlas, talleres podrías hacer, (...) los papás ahí se podrían volver expertos en todos los temas que van a venir después.


La doctora sostiene que cuando llega el niño al Cesfam lleva entre una y dos horas fallecido.


Actualmente la madre está condenada por parricidio y sentenciada a 14 años de cárcel.
Rupturas adoptivas
El homicidio de este niño, que no podemos nombrar, destruye su vida, en parte la de su hermana y también marca un hito funesto que enrostra nuevas fallas en la adopción chilena.
Este parricidio está enmarcado también en las llamadas rupturas adoptivas. Es la más trágica ocurrida en el país. Pero llegan a la memoria otras situaciones de gravedad similar. En 2017 una niña chilena es adoptada por una pareja italiana mediante un organismo colaborador, pero transcurridos algunos meses los padres anuncian que no quieren seguir con su cuidado y un juzgado dictamina que ingresara a una casa de acogida.
Ella queda allá desarraigada. A la fundación sólo la suspenden por 90 días para gestionar cualquier adopción.
—Es súper importante especificar que Chile tiene una tasa muy baja de ruptura adoptiva. Si uno considera el trienio 22-24, nosotros tuvimos un 1,69% de ruptura adoptiva, por lo tanto, eso nos pone bajo incluso el porcentaje mundial que se estima en aproximadamente un 2%— dice el Director del Servicio de Protección, Claudio Castillo.
Sin embargo, desde la Fundación para la Adopción debaten este punto, creen que no importa la cantidad de rupturas sino más bien que sucedan.
—Aun cuando sea un niño en el año, da lo mismo, a ese niño ya le marcaste la vida. Entonces es algo que no puede seguir pasando y que creo que históricamente se ha minimizado porque las cifras son muy bajas, pero creo que las cifras deberían ser cero— dice María Eliana Reyes.

Los datos cuantifican. Pero estamos hablando de 19 vidas, 19 niños, niñas y adolescentes rechazados de nuevo y devueltos al sistema en casi cinco años.
—De forma general una ruptura es repetir la experiencia traumática de la separación de su núcleo familiar. No es lo mismo una ruptura de un proceso versus lo que se entiende como un fracaso adoptivo disolutivo; ahí la vivencia es mucho más fuerte porque está todo el elemento jurídico, queda con la identidad familiar, los apellidos, etc. Y se genera el elemento traumático de ‘vuelvo a un lugar tras haber estado con una familia que no me cuidó, que no me protegió, con la cual no pude continuar mi desarrollo’. Todo esto, no es el niño pensándolo de forma literal, pero es algo que vive el niño. Esto aplica desde guaguas a niños mayores de 6, 8, 10 años, en todos tiene un efecto físico, físico en cuanto al apego— dice el psicólogo experto en adopciones.
Gálvez indica que una ruptura adoptiva “repite y refuerza en el fondo las experiencias asociadas a los vínculos frágiles”, y mientras más grande los afectados “se empiezan a instalar creencias, el niño empieza a volcar también las experiencias hacia sí mismo: no me quieren, no me desean, no me desean como hijo, no me cuidan, y yo soy el problema, yo soy el que hace conflictos, yo soy el disruptivo, yo soy el agresivo, yo soy el que rompe la familia. Y esa creencia impacta en la autoestima, en la identidad”.
— Lo que más se ve afectado en una ruptura es el modo en que el niño se puede relacionar con los adultos y a medida que vaya creciendo con sus pares, y también incluso en forma simétrica, en contexto de trabajo, contexto de estudio, etc. Tenemos entonces el mayor daño en las relaciones, indistinto de la edad. Problemas en cómo se viven las relaciones desde la desconexión emocional, desde la provocación, desde la ambivalencia, empujar y tratar de acercar porque no sabe cómo relacionarse. Problemas de autoestima, sentimientos de devaluación y ahí puede aparecer otra esfera, otra línea de síntomas: ansiedad, fantasías de preocupación, fantasías persecutorias o más paranoicas de qué puede pasar, sentimientos de sintomatología depresiva, desesperanza.
¿Qué puede causar una ruptura adoptiva?
—No existe un indicador que en el fondo eso es lo que genera un fracaso, sino que hay una serie de elementos y la sumatoria de estos es lo que lleva a que una familia no pueda continuar con el cuidado de un niño. Hay que ponerle ojo a estas variables a futuro con otros casos, asumiendo que no hay recetas en las adopciones. La relación de un niño con una familia es única, pero tener más experiencias y reconocimiento de los indicadores de riesgo te permite tener a la vista todo el abanico de posibilidades— dice Leonardo Gálvez.
Entre los factores que considera el experto para que se produzca una ruptura adoptiva están por ejemplo la falta de preparación de las familias y “entender lo que implica ser papá por medio de la adopción” y las expectativas de los padres. “La falta de red de apoyo, es un indicador de riesgo altamente comprobado, y ahí de nuevo la función de orientación y acompañamiento de las instituciones toma un rol relevante”. Otro factor de riesgo puede ser no darle toda la información a la familia, es decir, había una enfermedad o un hermano que no sabían que estaba, etcétera”.
Gálvez apunta que “sí el sistema ha procurado tener índices bajos de fracaso”, sin embargo introduce otra variable: “a medida que han ido aumentando las edades, sí se fueron tensando estos aspectos. Porque a medida que aumentaba el grupo etario, obviamente nos encontrábamos con desafíos que no son los mismos de una adopción de una guagüita de tres meses”.
En el libro “Pasado, Presente y Futuro de las adopciones en Chile” de Irene Salvo se plantea sobre las rupturas que ‘considerando que se trata de experiencias extremadamente dolorosas para todas las personas involucradas, especialmente para los niños, niñas o adolescentes que las viven, pero también para sus familias y equipos profesionales, existe un argumento de gran peso para comenzar a hablar más abiertamente sobre este tópico en diversas instancias técnicas y formativas, así como para trabajar preventivamente y para diseñar y desarrollar urgentemente servicios de acompañamientos post-adoptivos especializados”.
“Es clave ofrecer diversos tipos de apoyo a aquel porcentaje reducido de casos en los que la integración puede complicarse más de la cuenta o no llega a producirse sin ayuda profesional externa y, en otros, en donde el sistema familiar llega al extremo de romperse frustrando las necesidades de los niños, niñas y adolescentes y de sus familias adoptivas. Además, cabe mencionar que, en el marco de algunos acompañamientos post-adoptivos, en muy escasas ocasiones –pero que se dan– se pueden presentar situaciones de maltrato de parte de la familia adoptiva hacia el niño, niña o adolescente muy graves y complejas, lo que implica que los equipos profesionales deben actuar articuladamente y contar con las competencias necesarias para su abordaje y tomar decisiones al respecto”, agrega.
Desde el Servicio indican que la nueva ley implica un cambio de paradigma donde la adopción no termina con el proceso del enlace, sino que “va a implicar la creación de un programa específico para el seguimiento post adoptivo”.
Es de esperar que los dos reglamentos nuevos y cinco actualizaciones que conlleva esta nueva normativa contemplen los mejores protocolos para evitar transgresiones, porque -tal como lo dicen los expertos, existen casos de vulneraciones a menores de edad, inclusive tan extremos como la historia del niño que inspira esta investigación golpeado hasta provocarle la muerte por su propia madre adoptiva.
Sobre su hermana no podemos entregar más información que la siguiente:
La hermanita sigue viva...
El año pasado se realizaron 212 adopciones de niños, niñas y adolescentes en Chile, a quienes se les restituyó el derecho de vivir en familia. Los padres entrevistados por Informe Especial piden mejorar los procesos, aún así enfatizan en que la adopción es un camino “maravilloso” que “salva vidas”.